Síntomas de un ataque al corazón:lo que tienes que saber



A diferencia de lo que normalmente se muestra en el cine y la televisión, un ataque al corazón no siempre es rápido e intenso: de hecho, la mayoría comienza lentamente y los síntomas pueden aparecer horas o incluso días antes de que el ataque mismo suceda.
Si tienes algún factor de riesgo relacionado con enfermedades cardíacas (presión alta o colesterol, obesidad, diabetes, tabaquismo o antecedentes familiares) Es bueno saber cuáles pueden ser los posibles síntomas.
“Las personas por lo general no quiere admitir que están viejas o lo suficientemente enfermas como para tener una enfermedad del corazón”, se lamenta el cardiólogo David Frid. Una dieta equilibrada, rutina de ejercicios, seguimiento regular con un especialista y conocer los indicios son excelentes herramientas para evitar (o sobrevivir) un ataque al corazón.
 

El dolor del infarto
Hay un dicho popular que dice que el corazón no duele. Sin embargo, cuando leemos información sobre el infarto de miocardio (ataque cardiaco, "heart attack" en inglés), siempre se destaca el dolor típico que produce. Este dolor y las circunstancias que le rodean suelen tener unas características que permiten diferenciarlo de los dolores de otro origen.
En muchos pacientes que sufren un infarto puede encontrarse un factor desencadenante. Las situaciones que aumentan la frecuencia cardíaca, tales como el ejercicio físico, estrés psicológico, infecciones, fiebre, anemia, hipotensión, cirugía, traumatismos, embolia pulmonar, hipoglucemia o taquiarritmias, pueden dar lugar a un aumento de la demanda de oxígeno en el miocardio y conducir a un infarto.
Asimismo, aquellos procesos en los que se produce un incremento del tono vasomotor coronario, o un verdadero vasoespasmo, como puede ocurrir por el consumo de vasoconstrictores, anfetaminas o cocaína, o por una reacción alérgica, se puede reducir de forma decisiva el flujo coronario y llevar a un infarto.
 

En el ámbito clínico, se registra una distribución circadiana bimodal del infarto, la muerte súbita, el ictus y la isquemia miocárdica transitoria, con el pico más amplio del día en las primeras horas de la mañana, después del despertar.
Esta distribución parece ser debida a los mayores niveles de catecolaminas y de cortisol séricos y al aumento de la agregabilidad plaquetaria que se observan al principio de la mañana.
Los infartos de inicio en las primeras horas de la mañana tienden a ser anatómicamente más amplios. Hay también picos estacionales (invierno) y semanales (lunes) en cuanto a la aparición del infarto.
Por otro lado, los pacientes con infarto suelen mostrar uno o más factores de riesgo cardiovascular. Son factores frecuentemente encontrados en pacientes con infarto de miocardio: el tabaquismo, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, diabetes mellitus, edad avanzada, menopausia e historia familiar de enfermedad coronaria prematura. 




¿Cuáles son los síntomas del infarto?
La mayoría de los pacientes que sufren un infarto agudo de miocardio tienen antecedentes de molestias torácicas, generalmente sugestivas de angina típica, de presentación transitoria, horas a días antes de que el dolor se vuelva más intenso. Algunos refieren molestias torácicas inespecíficas, dificultad para respirar o debilidad generalizada en las horas o días previos al infarto. En unos pocos, sin embargo, el dolor aparece de forma brusca, sin síntomas premonitorios.
Cuando se produce el infarto, los pacientes suelen acudir al médico quejándose de un malestar torácico constante, de intensidad variable de unos casos a otros y, habitualmente, de más de 30 minutos de duración. Con gran frecuencia, el malestar tiene un carácter de opresión o de compresión y algunos pacientes lo refieren como ardor o quemazón. Muchos subrayan que su molestia no es dolor, sino más bien opresión. 
 

El dolor típicamente se localiza en el centro del tórax, en la región estenal. A menudo se irradia al hombro y brazo izquierdos, llegando en algunos casos hasta el antebrazo y mano izquierdos. A veces se irradia al cuello, a la mandíbula y/o a la espalda.
Menos frecuentemente, el dolor se refiere también en el hombro y brazo derechos. Algunos pacientes refieren dolor en la zona del estómago, lo que es más frecuente cuando el infarto afecta a la cara inferior del corazón.
Los pacientes con una historia previa de angina de pecho, cuando sufren un infarto, describen por lo general sus molestias como de tipo semejante a las de la angina, si bien suelen ser más intensas y prolongadas, y con una menor respuesta a la medicación.
Las molestias torácicas secundarias a un infarto se asocian a menudo con sudoración, y muchos enfermos describen claramente el inicio como sudor frío. Los pacientes pueden desarrollar un sudor intenso cuando el infarto se asocia a edema pulmonar. 
 

Los infartos inferiores, sobre todo, se acompañan con frecuencia de síntomas gastrointestinales, como meteorismo abdominal, náuseas y vómitos.
En ocasiones se produce mareo, a veces intenso, e incluso pérdida de consciencia, lo que puede ser secundario a hipotensión, disminución de la frecuencia cardiaca, bloqueos o arritmias. La presencia de palpitaciones debe hacer sospechar una arritmia.
En algunos pacientes, principalmente en los de edad avanzada, el infarto puede presentarse con manifestaciones atípicas, como dificultad para respirar, confusión o pérdida de consciencia, antes que dolor torácico como síntoma inicial. Aunque el infarto se suele presentar con síntomas similares en ambos sexos, las mujeres presentan síntomas atípicos con más frecuencia que los hombres; no es raro que las mujeres no refieran el dolor típico como los hombres, sino dificultad para respirar, debilidad, náuseas y mareo.
En algunos estudios, hasta un 25% de los infartos cursan sin síntomas (infarto silente) y se han detectado solo por las alteraciones en el ECG y los análisis. Los pacientes con infartos silentes pueden tener también tendencia a isquemia silente, y el interrogatorio puede no descubrir antecedentes de dolor torácico; esto ocurre con mayor frecuencia en los pacientes diabéticos y en los de edad avanzada. 

  ¿Cómo se diagnostica el infarto?
La presencia de dolor torácico no es por sí sola un buen factor predictivo para el diagnóstico. Muchos de los episodios de dolor son debidos a angina o a patologías no cardiacas. Por ello, deben investigarse los aspectos característicos del dolor torácico, con lo cual se aumenta la exactitud diagnóstica.
El dolor torácico descrito como opresión o quemazón se asocia más frecuentemente con infarto de miocardio, mientras que un dolor punzante, que cambia con la posición del cuerpo, del tórax o de los brazos, o que se reproduce a la palpación, pocas veces se observa en un infarto de miocardio.
La presencia del dolor torácico o de otros síntomas sugestivos no es suficiente y se requiere la realización de diferentes pruebas, sobre todo el electrocardiograma y la determinación de troponinas, para poder hacer el diagnóstico del infarto. 


¿Cuál es el tratamiento inicial del infarto?

La gran mayoría de las personas que tienen dolor de pecho no tienen un infarto, pero deben ser valoradas. Si el dolor es intenso o provoca otros síntomas importantes, la persona afectada debe acudir a un servicio de urgencias. Los pacientes con elevada probabilidad de infarto de miocardio requieren hospitalización. En el hospital se le aplicará el tratamiento más efectivo según el caso.
Sin embargo, toda persona que tenga un dolor de pecho sospechoso de infarto de miocardio, puede tomar una serie de medidas iniciales que ayudarán a limitar las consecuencias negativas del ataque cardiaco. ¿Qué hacer en caso de dolor torácico?:

-Lo primero que debe hacer es sentarse o tumbarse y reposar.
-Relájese, respire profundo y valore si el dolor es importante.
-Si el dolor se mantiene, debe solicitar ayuda, sobre todo llamar para que lo trasladen al hospital más cercano. No espere más de 10 minutos con el dolor de pecho.
-Tómese medio comprimido de aspirina (unos 250 mg). La aspirina ha demostrado ser útil en la fase aguda del infarto.
-Si tiene comprimidos de nitroglicerina, colóquese uno bajo la lengua. La nitroglicerina dilata las coronarias y mejora el flujo sanguíneo al miocardio, por lo que alivia el dolor torácico, reduce el tamaño del infarto y mejora la función del ventrículo izquierdo.

Si después de esto, el dolor persiste, debe acudir inmediatamente a un servicio de urgencias hospitalario.
Webdelcorazón. 

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